De camino a casa aún haríamos otra parada, en una mezquita en lo alto de una colina, desde donde pudimos recrear la vista con uno más de los paisajes de la Bekaa mientras Ahmad oraba dentro.
Aquella noche bajamos a ver la feria de las naciones árabes, que habíamos divisado desde la montaña la noche anterior. En unos stand a cada cual mejor decorado se ofrecían productos de artesanía y gastronómicos que iluminaban continuamente nuestra vista y nuestro olfato.
En todo viaje que uno comparte con más gente, suelen darse situaciones, bromas, frases, en definitiva, momentos imprevistos en las programaciones efectuadas con anterioridad, que en el ranking de recuerdos a posteriori acaban siendo más comentados incluso que las excelencias turísticas o que los vestigios antiquísimos de otras épocas.
Esto se produjo en nuestro caso ya durante el primer día. A alguien se le ocurrió, posiblemente a Mariví, que podría ser una buena idea montar en Líbano, quizá en Beirut, un restaurante de comida española, con tortilla de patata y todo ese tipo de oferta gastronómica exclusiva de la península ibérica. Ahmad le animó a que lo hiciera. En serio, tendría éxito, le dijo, porque por aquí no hay ninguno. "Si abrimos uno, ¡nos forramos!". Desde entonces, cada vez que Mariví nos proclamaba en voz alta una de sus ideas emprendedoras, ya fuera abrir restaurantes, o un gimnasio, o cualquier otro negocio, en donde cada uno de nosotros ya teníamos especificado nuestro puesto laboral, alguien añadía inmediatamente, "¡y nos forramos!". Esto nos acompañó como una especie de mantra durante las siguientes dos semanas.
Aquel primer día completo en Líbano había sido uno de los más intensos que he vivido hasta la fecha. Captar tantas sensaciones, ver lugares diferentes y tan castigados por años de guerras y de odios, degustar manjares, sentir la aventura de la conducción libanesa, compartir historia con unos amigos, padecer el agosto del otro lado del Mediterráneo, ver con naturalidad la militarización de los lugares... En suma, no hubo minuto en que olvidáramos sentir, oler, sumergirnos en aquel ambiente, en aquellas nuevas experiencias.
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