A partir de aquí el siq ya no nos protegerá del sol. Estamos a su disposición, y lo que parece disponer es que suframos un calor espantoso. Sin embargo, la gorra que llevo calzada en la cabeza, y sobre todo el inusitado interés por ver lo que cada montaña nos ofrece, consigue que olvide que estamos a más de 40º.
Es alucinante todo esto. Allí donde se dirija la visión aparecen edificios y más edificios construidos en la roca. Unos son tumbas, otros templos, también un teatro romano.
El camino se bifurca hacia la izquierda. Ahmad y Carlos van por delante de nosotros, nos llevan bastante ventaja. De pronto nos encontramos con que a la derecha hay unas escaleras (también talladas en la montaña) que conducen a unos monumentos cuyo nombre aún no conocemos. Hacia la izquierda continúa el camino, el llamado siq exterior. Dudamos si esas escaleras conducen al monasterio, que es hacia donde nos dirigimos, o si es el camino de la izquierda el trayecto a seguir.
Finalmente optamos por continuar hacia la izquierda, y desechar la opción de ver aquellos grandiosos monumentos. Se trata de las tumbas reales, varios edificios contiguos que se cuentan entre los más significativos de Petra. Unas maravillas que tan sólo veríamos a distancia.
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