miércoles, 10 de agosto de 2011

Hogar en Amman (2)

Sin embargo no disponemos de mucho tiempo para regodearnos con el placer de sabernos huéspedes en aquella casa. Seguimos con las prisas a las que hemos estado atados todo el día, aunque ahora se trata de cenar. Walid nos pregunta qué queremos cenar esa noche y le acompañamos a una pizzeria muy cercana, a la que volveremos a pedir auxilio gastronómico en los próximos días.
Allí sobre una mesa vacía encontramos un móvil. Miramos en derredor y no vemos a su posible propietario. Según nos aclara Walid, en este país no son habituales los 'chorizos', así que la gente deja sus pertenencias con cierta confianza, y posiblemente el teléfono sea de algún cliente de la pizzeria que ha ido a hacer alguna cosa. Da gusto un país así, donde no hay que tener cinco ojos para que no te roben a las primeras de cambio. Aunque también es cierto que aquí cortan la mano a los ladrones...



Volvemos a la casa. Según entramos al patio ya se huele el jazmín que allí tienen. Este paisaje en la entrada de la casa me recuerda Andalucía; una nueva ocasión de rememorar aquella tierra a tantos kilómetros de distancia.
Cada uno se instala en su habitación y vamos a dormir, que mañana toca madrugar, para visitar Petra. En la que estoy, posiblemente la más coqueta de la casa, tengo de compañero a Carlos, y a otros elementos, uno de los cuales se convertirá en un amigo fiel en los siguientes días. Fiel más que nada porque no se moverá de allí, el tigre de peluche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario