Algunos nos despertamos relativamente temprano. Carlos va a dar un paseo por los alrededores de la montaña mientras yo dedico los siguientes minutos a desarrollar un reposo contemplativo en la terraza de la casa. Leo un poco y sobre todo observo la tranquilidad de la zona.
Cuando Carlos vuelve los demás comienzan a despertarse y a desperezarse. Por una especie de promesa contraída el año anterior en tierras peruanas, hoy 2 de agosto éste desayuna huevos fritos. Algunos le imitan.
Salimos un poco tarde de casa, pasadas las 10 de la mañana. Vamos hacia Anjar, o eso pensamos nosotros, porque por el camino nos esperan varias sorpresas antes.
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