Hoy nos espera una incursión en la naturaleza, un viaje al símbolo de Líbano. Iremos a la reserva de cedros del Chouf.
Estoy inquieto, es uno de los viajes a realizar cuando uno se encuentra en este país. La antítesis de lo que se ha visto en Beirut durante años, el contraste con el armamento, con la guerra. Pronto pasearemos entre árboles centenarios. Aunque antes, por el camino Ahmad nos descubrirá algunos lugares.
El primero de ellos, Deir Al-Qamar, una población importante en la antigüedad, controlada por drusos, que mediante diferentes carteles nos anuncia la llegada a la ciudad de un importante mandatario religioso.
Bebemos en una fuente, con agua fresca y potable, lo que ya es mucho decir. El calor me comienza a afectar, aunque las molestias se apaciguaran durante la mañana. Paseamos por la plaza, donde se encuentra una antigua mezquita, el ayuntamiento, y otras dependencias. Resulta a simple vista una localidad acogedora.
Proseguimos viaje, y paramos frente a un castillo. La fachada resulta evidente que no es antigua. El castillo de Musa más bien es un museo, encerrado entre unas paredes con decoración medieval. Dentro nos encontramos con figuras de cera que representan la cotidianidad de la vida libanesa, o sucesos históricos. También, con una muestra impresionante de armamento; posiblemente entre las mejores colecciones que haya visto. Así mismo, entre aquellas galerías me encuentro a un hombre ataviado con vestimenta tradicional, cantando alguna canción árabe.
El entorno, la bien cuidada decoración interior y la extensa colección de figuras de cera y de armamento hacen de este castillo de Musa uno de mis preferidos, si no el que más, de estas vacaciones libanesas. Así pues, se me hace corto el rato que permanecemos dentro. Mas debemos continuar viaje.
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