Seguimos avanzando por un camino que aunque me resulta largo, no es comparable a lo que aún nos resta por andar. Pienso erróneamente que las ruinas de Jerash abarcan solamente hasta el final de dicho camino. Mas al final del mismo lo que nos encontramos es a los empleados del recinto que chequean los tickets, comprados un rato antes.
Así que no hemos hecho más que empezar nuestro recorrido por aquella extinta ciudad greco-romana, anteriormente llamada Gerasa. Carlos y yo subimos hasta el templo de Zeus, o lo que queda de él. Desde arriba contemplamos una panorámica visión del foro, el cual bordeamos cuando bajamos de aquella colina.
Avanzamos por el cardo maximus, pasamos junto al ninfeo, y acabamos en el teatro norte, donde nos encontramos a un grupo de catalanes; lo que nos demuestra que aquel lugar, efectivamente, es bastante turístico.
De ahí nos dirigimos, aunque sin saberlo, al templo de Artemisa (también lo que queda de él), y desde ahí siguiendo la senda de arena nos topamos con el teatro sur, donde tenemos la suerte de coincidir con unos gaiteros jordanos, los cuales tratan de ganarse un dinero extra tocando para un grupo de turistas extranjeros.
De ahí nos dirigimos, aunque sin saberlo, al templo de Artemisa (también lo que queda de él), y desde ahí siguiendo la senda de arena nos topamos con el teatro sur, donde tenemos la suerte de coincidir con unos gaiteros jordanos, los cuales tratan de ganarse un dinero extra tocando para un grupo de turistas extranjeros.
Salimos de Jerash, pasando por las tiendas de souvenirs, donde Carlos vuelve a ejercer una vez más el antiguo oficio del regateo.
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