Tras abandonar un lugar tan atractivo como es esta Ciudadela, nos vamos a cenar. Para ello, el cuñado de Ahmad nos lleva a un restaurante de comida rápida, donde degustamos un buen surtido de bocadillos, a cada cual más estupendo. Aunque lo verdaderamente destacado en este local, por lo que nos ha traído hasta aquí, son sus zumos. Con una selección tan variada nos resulta difícil elegir. No obstante, él nos aconseja un sabor en concreto. Le hacemos caso y bebemos un auténtico elixir celestial.
En aquella terraza sentado, comiendo unos bocadillos que a mí se me antojaban platos de alta cocina, y un zumo como pocas veces probaré; contemplando el bullicio de la gente, de una muchedumbre entusiasmada con el partido de fútbol Madrid-Barça de la supercopa, que aquí parece vivirse incluso con más intensidad que en España; sintiendo la cálida hospitalidad de la noche jordana, charlando con unos amigos... En aquella terraza sentado, no me acordé ni por un momento que esa misma mañana habíamos intentado entrar en Israel. Seguiría disfrutando de Jordania un día más, y me alegraba de ello.
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