Hoy no nos acompañará Ahmad. Varios asuntos reclaman su tiempo, así que iremos con Halil únicamente. Nuestra visita de la mañana es a Jerash, las ruinas de una antigua ciudad romana.
De todos los lugares que hemos previsto visitar en Jordania, es éste el que menos ilusión me provoca. Aún así me resultará más interesante de lo que esperaba a priori.
Tras un trayecto no muy largo en la furgoneta, Halil nos deja a las mismas puertas de la entrada a las ruinas romanas. Nos dice una hora para que regresemos allí, lo que nos da un tiempo que nos resultará suficiente.
Pagadas las entradas, nos dividimos para seguir cada cual su propio ritmo de visita. Me adelanto con Carlos, y lo primero que vemos según dejamos la taquilla es el arco de Adriano. Tras éste, nos metemos en el hipódromo, subo a las gradas y desde arriba trato de imaginar la multitud de tantos siglos atrás, vitoreando las carreras de cuádrigas en aquel recinto cuasi rectangular. Espero un rato allí y bajo. Álvaro y Mariví ya han llegado, se sientan en las gradas de piedra y miran hacia la arena. Continúo el camino. Aún queda mucho por ver y ya me está golpeando el efecto del sol. Me temo que mi cabeza va a volver a pagar el calor del estío árabe.
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