Aquel día que comenzaba había de ser algo más 'suave' a nivel físico, aunque no por ello iba a decaer la intensidad emocional.
En primer lugar volvimos a la mezquita Al-Amin para sacar algunas fotos. Recorrerla esta segunda vez me resultó al menos tan conmovedor como la primera. Su bonito mihrab, perfectamente visible a esta hora de la mañana, en la que había poca gente; sus lámparas que no me cansaba de observar, el techo de sus cúpulas, sus paredes, aquellos colosales tapices que cubrían el suelo, todo ello era digno de ser observado. Además fuimos a la gran sala de baños, gran estancia engalanada de mármol. Cada pasillo, cada sala, en cada lugar donde mirara encontraba algo que me impresionaba.
Tras salir de aquel templo nos dirigimos al Museo Nacional, donde recorrimos muestras de la historia de Líbano, en cada una de sus dos plantas. Esculturas y objetos variopintos que hacían que me brotaran innumerables preguntas sobre aquellos períodos. La segunda planta estaba repleta de pequeños objetos, cada uno de los cuales me dejaba boquiabierto; pero decidí que no sería aconsejable pasarme allí toda la mañana, por lo que traté de acelerar un tanto el paso, y ver únicamente una parte de aquello. En cualquier caso fue un buen encuentro con la historia.
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