domingo, 14 de agosto de 2011

La sorpresa de Mariví (2). Las garrafas de agua

Madrugamos. Halil nos lleva hasta la frontera jordana. Allí nos despedimos de él hasta dentro de dos días. A partir de aquí comienza un viaje que me resulta totalmente desconocido. No sé que nos deparará desde este momento, y de hecho ni tan siquiera sé qué imaginarme. Ante tanta incertidumbre opto por no pensar, por dejarme llevar simplemente.
En la frontera, como ya es habitual, Ahmad se encarga de los papeleos. Además, toca pagar por salir del país. Mientras estamos inmersos en esta burocracia, nos encontramos con una pareja de españoles, que también va a Jerusalén. Ahmad les echa una mano y les aconseja sobre los procesos administrativos a seguir.
Subimos a un autobús. Parece que es el que nos llevará desde la aduana jordana a la aduana israelí. Es decir, que hay un buen tramo entre ambas. También hay que pagar por este trayecto en autobús.
El tiempo que tardamos en llegar se eterniza un tanto por los controles que hay durante el camino. Comenzamos a comprobar las medidas de seguridad existentes para entrar en Israel.

Por fin llegamos a la frontera israelí. Nada más llegar, comenzamos a percibir la imbecilidad de los aduaneros israelíes. Hay dos filas, una para los árabes y otra para los demás. Nos situamos en la segunda, que avanza más rápidamente, debido al menor número de gente, y también a las 'especiales' medidas de seguridad hacia los árabes. Los españoles que nos han acompañado en el autobús están con nosotros también en la cola de espera.
Me llama la atención este trato hacia los árabes, y por un momento me resulta un tanto racista. También me choca la cantidad de garrafas, aparentemente de agua, que bastantes personas llevan consigo. Como me aclararán mis camaradas después, se trata de agua de La Meca.

Entramos en el edificio aduanero de allenby. Se han pasado tres pueblos con el aire acondicionado, ahí hace un frío que pela.
Pasamos por el primer detector de metales. Superado el cual a Carlos le hacen algunas preguntas. Ya empezamos. En esta zona de la aduana, junto a los servicios, estamos unos minutos, hasta que nos dan el ok para que pasemos a un hall, que tendremos el infortunio de aprendernos de memoria. Aquí nos despedimos de los españoles que nos han acompañado durante este rato.
Ahmad viene con nosotros en esta visita a Jerusalén. Para él entrar en Israel no es tan sencillo. Si le sellan el pasaporte ya no podrá volver a entrar en Líbano, así que me siento algo inquieto. Si no le dan la opción de adjuntarle el sello en una hoja aparte, nuestro amigo no vendrá con nosotros. Me siento preocupado porque nos dividamos ahora.

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