jueves, 11 de agosto de 2011

La Tierra Prometida

El madrugón no me ha dejado muy contento, o mejor dicho, el madrugar para nada. Aunque la opción alternativa que Ahmad nos propone se convertirá en uno de los viajes que más recordaré en mucho tiempo. Uno de los que más intensidad emocional me deparará. Vamos al monte Nebo, desde donde Moisés divisó la Tierra Prometida, cerca de donde vivió y murió. Visitaremos también el río Jordan, y el lugar donde se cree que Jesucristo fue bautizado. Me resulta emocionante saber que en poco rato estaré en lugares tan bíblicos como esos.
De camino Halil nos para en una inmensa tienda de souvenirs y productos artesanales jordanos, hechos allí mismo. Al parecer se trata de una especie de o.n.g. que obtiene recursos de las ventas de dichos productos. Una encargada de la tienda nos guía por allí, también nos ofrece un té, y finalmente nos muestra las propiedades de diferentes artículos elaborados con sal del mar Muerto, haciendo una prueba con nuestras manos.
Hacemos varias compras y reanudamos la marcha hacia el monte Nebo.

Entramos al recinto, previo pago de las entradas, y nos encontramos con un monumento dedicado a Juan Pablo II, en su visita a aquella zona. También, otro monumento a Moisés.



Y poco después, bajo una enorme tienda de campaña, una sala museo donde se exponen diferentes mosaicos e inscripciones de gran antigüedad.
Al salir de allí nos dirigimos a un mirador, desde el que divisamos la Tierra Prometida al fondo. Dejo la mirada perdida y me imagino aquel momento, trato de hacerlo al menos, cuando Moisés pudo contemplar aquella nueva tierra, cuando le fue anunciado que él no la pisaría. Aquí estamos, tantos siglos después, viendo un extenso pedazo de tierra que tantos odios ha sembrado, que tantos conflictos ha provocado, que tantas muertes ha acarreado. Me resulta emocionante estar viendo desde este lugar la Tierra Prometida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario